domingo, 28 de agosto de 2011

Lluvia.

22:06. Mentiras y verdades; que antes lograba distinguir se diluyen justo en frente a mí, amor y amistad, el calor de un hogar… son cosas que ya no comprendo más.
Pensaste que al marcharme y decirme que estarías bien ya no me podría preocupar; no lo entiendes en verdad, no me puedes consolar… escapé en lugar de enfrentar mi error.

¿Cómo vivir así; con los recuerdos de mi culpabilidad? El tiempo sólo la logra acrecentar; ya no quiero cerrar los ojos, pues me comienza a atormentar el recuerdo de tu gesto de decepción.

¿Cuándo irá esta intensa lluvia a parar? -Ya se está combinando con mis frías lágrimas.-
¿Cuánto más tengo que soportar que llueva alrededor?
¿Precisamente me escoge por tanto dolor?
Aunque el tiempo se agota sólo quiero encontrar un lugar para volver a empezar, pero mi intención es opacada por el pasado que no me deja en paz.

¿Cómo puedes confiar en un cobarde que escapó de su error?
¿E intentas consolarme dándome valor?
¿Cómo podré olvidar si ni siquiera me puedo perdonar?
Las lágrimas se han vuelto algo común…
El dolor no se puede borrar con facilidad aunque las cicatrices estén sanando; sólo con consecuencias de mis pecados aún no los puedo explicar.

¿Cuándo irá esta intensa lluvia a parar? -Ya se está combinando con mis frías lágrimas.-
¿Cuánto más tengo que soportar que llueva al rededor?
¿Precisamente me escoge por tanto dolor?
¿O simplemente me dejo llevar?
-Sé que ya esta lluvia se ha vuelto parte de mí y caerá evocando mis tropiezos.-
-¡Por favor, mientras llueve, ayuda a mi corazón!-

martes, 2 de agosto de 2011

Martes.

20:34pm. Entraron a la habitación; tras una hermosa velada y un par de brindis. Ella vestía un vestido purpura que combinaban con sus verdes ojos que encerraban pasión y esperanza; le temblaba la mano izquierda de la cual aún se podía distinguir la marca de un anillo que había yacido ahí alrededor de unos quince años, pero que esta noche, esta noche simplemente no era requerido. Sus labios eran rosas...
Él; él simplemente no la merecía... Al cabo de unas horas comenzaron a caer las prendas y con ellas el miedo, el miedo a ser engañada, a ser usada, a no ser lo que se suponía que era y la euforia de sentirse amada, de ser la única en ese momento... Una suave, armónica pero engañosa atmósfera se respiraba en aquél cuarto, el 54B. Algo no marchaba bien, eran ya las 23:14pm...
Si ella supiera todas las historias que guardan esas sabanas, esas sábanas y esa almohada que se habían convertido en sus cómplices, si tan solo supiera que todo lo que sospecha es cierto, que jamás debió de haber estado ahí, que las caricias recibidas no valían ni la mitad de las dadas... Si por lo menos quisiera escuchar; si por lo menos no lo necesitara...
-Te amo- dijo él; mintiendo por su puesto.
Pero eso era más que suficiente para curar el desconcierto de la mujer.